08/09/14

El ser

conexión entre lo que sale de tu corazón y el universo


En la ontología se habla mucho del ser, y esta palabra no se empleó como verbo, sino como sustantivo. Todo lo que es es un ente. Fuera del ente no hay nada.

De ser posible, hay que reducir todas las palabras abstractas a concretas, pues la investigación se hace así más fácil y nos precavamos hasta cierto punto del desvarío que tan a menudo impera en el reino de lo abstracto.

Hemos dicho que todo lo que es es un ente. De ahí parece seguirse que fuera del ente no hay nada. Y de ahí pudiera a su vez deducirse que se da la nada; luego, que la nada de algún modo es, existe.



Hablamos razonablemente de la nada; por ejemplo, de ella estoy hablando yo ahora. Ahora bien, si hablamos razonablemente de algo, este algo tiene que ser un objeto. Luego, la nada es un objeto. Luego, la nada es algo. Y, sin embargo, es nada: luego no es.


22/08/14

El hombre

El hombre es un animal raro, de especia única


El hombre es un animal, primeramente; y, en segundo lugar, el hombre es un animal raro, de especie única.

Es verdad que los poetas han exaltado a menudo los sentimientos humanos con lenguaje maravilloso. Sin embargo, yo conozco algunos perros cuyos sentimientos me parecen más bellos y más profundos que los de muchos hombres.

Biológicamente, el hombre no tendría derecho a la existencia. Hace tiempo debiera haberse extinguido, como otras especies animales mal dotadas.

No cabe hablar de extinción de la raza humana. Lo que se teme más bien es que se multiplique con exceso.

El hombre, con toda su debilidad, posee un arma terrible: la inteligencia


El hombre, con toda su debilidad, posee un arma terrible: la inteligencia.

Ostenta una serie de cualidades completamente particulares. Las más notables son las cinco siguientes: la técnica, la tradición, el progreso, la capacidad de pensar de modo totalmente distinto que los otros animales y, finalmente, la reflexión.

Mientras que los otros animales transmiten rígidamente su saber de generación en generación, entre nosotros una generación sabe o, por lo menos, puede saber más que la precedente. Biológicamente, casi no nos diferenciamos de los antiguos griegos, pero sabemos incomparablemente más que ellos.

El hombre no mira, como parecen hacerlo todos los animales, exclusivamente el mundo exterior. Puede pensar en sí mismo, se pregunta por el sentido de su propia vida. También parece ser el único animal que tiene clara conciencia de que ha de morir.

Una invención completamente especial del hombre es el dinero, del que no tiene nunca bastante.


A esta cuestión se le dan distintas respuestas. La más antigua y más sencilla consiste simplemente en negar que haya en el hombre algo más que cuerpo y movimientos mecánicos de lo corporal. Es la solución del materialismo riguroso.

Aparte este materialismo extremo, hay otro moderado según el cual existe ciertamente la conciencia, pero ésta es función del cuerpo.

El hombre se crea constantemente nuevas necesidades y jamás está satisfecho. Una invención completamente especial del hombre es el dinero, del que no tiene nunca bastante. Parece como si, por esencia, estuviera destinado a un progreso infinito y como si sólo lo infinito pudiera satisfacerle.

La necesidad de infinito se satisface identificándose el hombre con algo más amplio que él mismo, sobre todo la sociedad o la humanidad.

Según muchos filósofos desde Platón, la inmortalidad del alma es demostrable.


El hombre es un error de la naturaleza, una criatura mal hecha, una pasión inútil, como ha escrito alguna vez Sartre. El enigma no puede ser resuelto. Nosotros seremos eternamente una cuestión trágica para nosotros mismos.

Según muchos filósofos desde Platón, la inmortalidad del alma es demostrable. Otros, sin creer en una demostración estricta, la admiten. Platón dijo una vez que la respuesta última a esta cuestión sólo podía  darla un dios. Había  que esperar una palabra divina.


Pero esto ya no es filosofía, sino religión. Nos lleva a un límite en que el hombre contempla en silencio la oscuridad ya no aclarable racionalmente, es decir, filosóficamente.

11/08/14

El valor

los valores se enseñan en la familia


De modo general, nuestra vida está determinada por la valoración y los valores.

Una vida sin algunos momentos al menos de pura teoría, de pura contemplación no sería vida plenamente humana. Sin embargo, la contemplación no lo es todo en la vida, ni siquiera todo lo que la hace humana. La valoración y todo lo que a ella va ajeno pertenece también a la vida de manera tan esencial como la teoría.

Tan sencillos y evidentes como se presentan los valores a nuestro ojo espiritual, la situación se complica terriblemente apenas intentamos entenderlos rectamente.

Como hay hombres ciegos para los colores, así hay también ciegos para los valores.

Jesús se sacrificó por sus creencias y sus valores


Y de ahí se sigue que no debemos tener por loco a nadie porque no comprendemos su conducta. Y los mejores de nuestra raza, los que tuvieron la más lúcida visión de los valores, han sido regularmente perseguidos por la masa de los ciegos. Y, sin embargo, el progreso de la humanidad depende de estos mejores, de estos hombres que ven mejor. Sucede, efectivamente, en los valores que la visión no depende sólo de la inteligencia, sino, sobre todo, de la voluntad.

Lo que acontece es que el hombre es o se vuelve ciego para determinados valores.


La luz, la inteligencia de los valores y la fuerza para realizarlos es lo que más debiéramos apetecer en esta vida para el espíritu.