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11/08/14

El valor

los valores se enseñan en la familia


De modo general, nuestra vida está determinada por la valoración y los valores.

Una vida sin algunos momentos al menos de pura teoría, de pura contemplación no sería vida plenamente humana. Sin embargo, la contemplación no lo es todo en la vida, ni siquiera todo lo que la hace humana. La valoración y todo lo que a ella va ajeno pertenece también a la vida de manera tan esencial como la teoría.

Tan sencillos y evidentes como se presentan los valores a nuestro ojo espiritual, la situación se complica terriblemente apenas intentamos entenderlos rectamente.

Como hay hombres ciegos para los colores, así hay también ciegos para los valores.

Jesús se sacrificó por sus creencias y sus valores


Y de ahí se sigue que no debemos tener por loco a nadie porque no comprendemos su conducta. Y los mejores de nuestra raza, los que tuvieron la más lúcida visión de los valores, han sido regularmente perseguidos por la masa de los ciegos. Y, sin embargo, el progreso de la humanidad depende de estos mejores, de estos hombres que ven mejor. Sucede, efectivamente, en los valores que la visión no depende sólo de la inteligencia, sino, sobre todo, de la voluntad.

Lo que acontece es que el hombre es o se vuelve ciego para determinados valores.


La luz, la inteligencia de los valores y la fuerza para realizarlos es lo que más debiéramos apetecer en esta vida para el espíritu.

30/07/14

La verdad




Si los pensamientos se formulan suficientemente, se ve en seguida que son absolutamente verdaderos o falsos y nada tiene que ver con la relatividad.

El sabio y el hombre en general no tiene por verdaderos una proposición o un sistema porque se ajusten a la realidad, sino porque le son útiles.

Las demás habría que llamarle útiles mejor que verdaderas.

Idealismo epistemológico. Según éste, existen realmente las cosas y se dan por verdades absolutas, pero no fuera, sino, en uno u otro sentido, dentro de nosotros, en nuestro pensamiento.



Hay dos posibles interpretaciones de la realidad: la idealista y la realista. A los que dicen que el idealismo es sencillamente absurdo, yo me permito indicarles que acaso no lo han entendido. Lo absurdo sería negar la realidad o la verdad. Pero el idealismo no las niega.

Los idealistas se ven forzados a suponer un doble sujeto, un doble pensamiento, un doble yo: el yo, como si dijéramos, menor, el yo personal, al que llama "yo empírico", y el yo mayor, ultrapersonal, trascendente, el "yo absoluto". Este yo mayor y trascendente es el que crea los objetos. El yo pequeño y empírico sólo puede tomarlos tal como le son dados por el yo grande y absoluto.

Los realistas dicen además que en muchísimos casos no comprendemos o percibimos las cosas en sí mismas, sino su acción sobre nosotros; es decir, la relación entre las cosas y nuestro cuerpo.