Si los pensamientos
se formulan suficientemente, se ve en seguida que son absolutamente verdaderos
o falsos y nada tiene que ver con la relatividad.
El sabio y el
hombre en general no tiene por verdaderos una proposición o un sistema porque
se ajusten a la realidad, sino porque le son útiles.
Las demás habría
que llamarle útiles mejor que verdaderas.
Idealismo epistemológico. Según éste, existen realmente las cosas y se dan por verdades
absolutas, pero no fuera, sino, en uno u otro sentido, dentro de nosotros, en
nuestro pensamiento.
Hay dos posibles
interpretaciones de la realidad: la idealista y la realista. A los que dicen
que el idealismo es sencillamente absurdo, yo me permito indicarles que acaso
no lo han entendido. Lo absurdo sería negar la realidad o la verdad. Pero el
idealismo no las niega.
Los idealistas se
ven forzados a suponer un doble sujeto, un doble pensamiento, un doble yo: el
yo, como si dijéramos, menor, el yo personal, al que llama "yo
empírico", y el yo mayor, ultrapersonal, trascendente, el "yo
absoluto". Este yo mayor y trascendente es el que crea los objetos. El yo
pequeño y empírico sólo puede tomarlos tal como le son dados por el yo grande y
absoluto.
Los realistas dicen
además que en muchísimos casos no comprendemos o percibimos las cosas en sí
mismas, sino su acción sobre nosotros; es decir, la relación entre las cosas y
nuestro cuerpo.
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